Tarotista por elección, por herencia y por camino propio

Nunca me imaginé que iba a ser tarotista, pero ahora que lo pienso, era inevitable. Crecí viendo a mi mamá leer las cartas, escuchándola acompañar a la gente, entendiendo que el tarot no era adivinación ni un show místico, sino una forma de mirar lo que a veces cuesta ver solo. Me gustaba esa energía, me gustaba cómo las personas salían más aliviadas y claras. Y un día, casi sin darme cuenta, empecé a hacerlo yo también. Primero en la casa, piola, con mis amigas, conocidos, entre risas, dudas y nervios. Hasta que empezó a llegar más gente, se empezó a armar algo, y ahí fue cuando pensé: esto me gusta, lo paso bien, me siento libre, creativa, expansiva. Tal vez sí puedo hacer algo con esto, pero hacerlo bien, hacerlo con respeto, con criterio, con la responsabilidad que este espacio merece.

Igual me acuerdo que, cuando recién estaba partiendo, el papá de un amigo —que también leía las cartas— me miró y me dijo: “Tú te vas a dedicar a leer el tarot”. Y yo le respondí al tiro que no, que nada que ver, que eso no era para mí, que me daba vergüenza. Y él me dijo: “Te vas a dedicar a esto”. Me reí, lo dejé pasar… pero acá estoy.

Desde la primera vez que leí el tarot hasta ahora ha habido un mundo de procesos. Crecer, conocerme, cuestionarme, transformarme. Elegirme mil veces y también dudar. He tenido la suerte de encontrar personas que me inspiraron, que me mostraron que podía hacer preguntas distintas, que el tarot podía ser algo mucho más profundo, mucho más real. Y así empecé a formarme. Estudié registros akáshicos para entender lo que no entendía. Flores de Bach, porque amo la naturaleza y el poder que tiene para acompañar los procesos. Radiestesia, que es una herramienta que permite leer la energía usando varillas, algo que descubrí y me fascinó.

Y así nació Strega, como un reflejo de todo eso: de mi propio proceso, de los cambios que yo misma viví, de las creencias que solté, de las veces que estuve en los peores momentos y aun así, con guía y pasos concretos, pude cambiar mi realidad y empezar a vivir con más plenitud, con libertad, con alegría, con propósito. Y eso es lo que quiero que se sienta cuando alguien se lee conmigo. Que este camino se puede construir, que el tarot no es el destino escrito, sino la oportunidad de mirarte de verdad y elegir distinto.