Tarotista por herencia, elección y camino propio
Tarotista no fue una etiqueta que me puse un día: fue algo que se fue construyendo solo, desde mucho antes de que yo pudiera nombrarlo. Crecí viendo a mi mamá leer las cartas. Desde chica entendí que el tarot no era un oráculo mágico que decía lo que iba a pasar, sino una herramienta para mirar hacia adentro, para hacerse preguntas, para escuchar(se). Con el tiempo, esa intuición temprana se convirtió en un lenguaje propio, y hoy —después de más de 9 años leyendo profesionalmente— sigo sosteniendo este trabajo con el mismo respeto que aprendí en casa: leer no es predecir, es acompañar.
No me dedico a esto por casualidad. Me formé en tarot, registros akáshicos, radiestesia y terapias florales. Pero más allá del estudio, lo que me hizo tarotista fue vivir. Cuestionarme. Soltar dogmas. Cambiar creencias que ya no me hacían sentido. Elegirme con todo lo que eso implica. Sentirme incómoda y seguir adelante igual. Porque para acompañar a otras en sus procesos, primero tuve que animarme a atravesar los míos.
Strega Tarot: un espacio real para procesos reales
Así nació Strega Tarot: como una forma de reunir todo lo que soy y ponerlo al servicio de quienes también están buscando respuestas. No desde la certeza absoluta, sino desde la honestidad, la claridad y la escucha. Porque aunque amo las cartas, lo que me mueve de verdad es cómo pueden ayudarte a entender lo que estás viviendo, tomar decisiones más conscientes, encontrar sentido donde hoy hay ruido.
Mis lecturas no se centran exclusivamente en el amor (aunque claro que también lo leemos). Pueden girar en torno a lo que tú necesites: trabajo, familia, identidad, ciclos repetidos, emociones que no sabes cómo gestionar, momentos de cambio, preguntas que no tienen forma pero que te habitan. Todo eso es tarot también. Porque no hay un solo tipo de consulta, como no hay una sola forma de habitarte.
Leo desde un enfoque ético, humano y sin juicios
Mi manera de leer no busca darte respuestas cerradas ni dictarte el camino. Leo desde un lugar ético, comprometido, humano y realista. No uso el tarot para infundir miedo, ni creo que la carta que sale defina tu destino: más bien creo que el tarot muestra, y que mirarse de verdad puede ser el primer paso para transformar lo que duele, lo que limita, lo que ya no vibra con quien eres.
Por eso, cada lectura es una conversación profunda contigo misma. Una pausa. Una invitación a mirar con otros ojos lo que ya sabes —pero a veces no te animas a ver—. Y si estás en esa búsqueda, acá estoy. Con cartas sobre la mesa, los pies en la tierra y el corazón dispuesto.